lunes, 23 de abril de 2012
El tiempo pasa demasiado deprisa, y no me da tiempo a sonarme los mocos
La verdad es que casi no me doy cuenta de lo rápido que pasa el tiempo, pero hay que ver que rápido pasa. Estoy buscando en internet cursos gratuitos online, para ocupar mi tiempo sin que me cueste dinero. Y pienso, pero .. ¿qué es esto? ¿online? ¿internet? Esta mañana, como siempre he llevado a Joel al cole. A la vuelta, y mirando las nubes, me ha venido con el aire una musiquilla familiar. Un sonido precioso, y característico que mi hijo no reconoce, no porque sea pequeño, sino porque ya no se oye. El afilador, je, el afilador, no he podido evitar esbozar una sonrisa nostálgica. Y el caso es que no lo he visto, pero podría reconocer ese soniquete indiscutiblemente en cualquier parte. Ya había muy pocos cuando yo jugaba a la pelota y a churro, pero oírlo ahora es como un milagro... o no. Muchos de los oficios tradicionales están tomando auge, las costureras, los zapateros, debido a esta maldita crisis que no acaba nunca, es más barato ponerle unos parches a los pantalones del chaval, o arreglarte esos zapatos que te gustan tanto, que comprar unos nuevos. Y todo eso, contrastando con la era digital en la que vivimos. No sé a vosotros, pero a mí, me encantaría volver a ver, al gitanillo con la cabra y el organillo, aunque seguramente el organillo ya lo habría sustituido por un portátil.
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