viernes, 11 de mayo de 2012

Joel, ha estado malito 3 días

Joel, ha estado malito tres días. No suele ponerse enfermo, por lo que cuando lo hace, su padre, yo y toda la familia sufrimos lo indecible. Es una sensación desgarradora, ver a tu hijo gemir de dolor, sin poder hacer nada, verlo sin el brillo en los ojos de vitalidad infantil, y sin ganas de jugar. Esto último, os lo puedo asegurar, sí que asusta. Puedo ser algo exagerada, (aunque mi madre dice todo lo contrario, que soy super pasota), pero un simple virus, se puede convertir en desesperación. Noches sin dormir, más de diez vómitos por día, decaimiento, y la inevitable sensación de que el niño quiere estar pegado a ti, las 24 horas del día. Pasas algo más de dos horas en el hospital y en observación y te mandan para casa, con los medicamentos de siempre, y ya archiconocidos para todos. Y entonces comienza el periplo de la recuperación. Lo atiborras a jarabes y demás, hasta que pierde aún más el apetito por comer. Pruebas con remedios caseros de todo tipo, con los que te cuentan y con los que añades tú, por si acaso no tenias suficiente, consultando en internet, (San Google), como la cebolla partida en la habitación para que respire mejor, ungüentos de hierbas hervidas, agua con limón para que no se deshidrate, esencia de arroz para que se asiente el estómago, etc, etc.. en el que la lista se haría interminable. Y mirándole a la carita, como solo mira una mamá, se te pasan mil cosas por la cabeza. "Si solo es un virus, si mira que hay niños más malitos que él en el hospital, si se va a poner bueno enseguida, .. y si ese dolor de cabeza es algo más que insolación ?? " Uffff.
Y te acuerdas de que la vecina de tu suegra reza el mal de ojo, o que fulanita reza el empacho, o que menganita reza la insolación. Y ahí vas tú, con el crio a cuestas, en procesión de casa en casa. Hasta que encuentras a la persona en concreto. Es algo curioso, misterioso y dudoso, el ver como se hacen estas cosas. Nunca he creído en ellas. Pero ahí estoy. ¿Qué pasa entonces? Y entiendo que ante el dolor de un familiar querido, o uno mismo, se es capaz de hacer cualquier cosa. ¿Cómo no voy a ser capaz de anular mis ideologías ante el dolor de mi hijo? Mi conclusión, es que no son los rezos, ni los potingues, ni los objetos... es la persona. Por lo que sea, la persona desprende una energía hacia el enfermo. ¿Mejora por ella y sus rezos? ¿mejora por mi, y los medicamentos? ¿mejora por si solo y por su organismo?. Creo casi al 100x100 en lo segundo y en lo tercero, pero ..... no puedo desestimar lo primero. No puedo. El amor de madre me lo impide, (que típica queda esta frase, por favor ... !!!). Me quedan muchos años todavía por aprender como mama, y muchos por los que sufrir, viendo crecer al enano. ¿Que no sería yo capaz de hacer por él? Ahora está el cole, ha vuelto a saltar, correr, y jugar. Y se ríe, se ríe mucho. Porque es feliz.